sábado, 21 de septiembre de 2013

Mitos y realidades de los desastres naturales

El efecto de los desastres sobre la salud pública se asocia a muchos conceptos erróneos. Las personas que planifican y dirigen las operaciones de socorro en caso de desastre deben familiarizarse con los siguientes mitos y realidades:

Mito:

Se necesitan médicos voluntarios extranjeros con cualquier clase de antecedentes médicos.

Realidad:

La población local cubre casi siempre las necesidades inmediatas de salvamento. Suele necesitarse personal médico con habilidades de las que se carece en el país afectado.

Mito:

Se necesita cualquier tipo de asistencia internacional y de manera inmediata.

Realidad:

Una respuesta precipitada que no se base en la evaluación imparcial solo contribuirá al caos. Es mejor esperar hasta que se hayan evaluado las necesidades reales. De hecho, casi todas las necesidades son cubiertas por las propias víctimas y sus gobiernos e instituciones locales, no por las intervenciones externas.

Mito:

Después de cualquier desastre, las epidemias y las plagas son inevitables.

Realidad:

Las epidemias no se producen espontáneamente después de un desastre y los cuerpos de los difuntos no causan brotes catastróficos de enfermedades exóticas. La clave para prevenir las enfermedades consiste en mejorar las condiciones sanitarias y educar a la población.

Mito:

Los desastres revelan los peores rasgos del comportamiento humano (por ejemplo, saqueos y amotinamientos).

Realidad:

Aunque pueden producirse casos aislados de comportamiento antisocial, la mayor parte de las personas responden de manera espontánea y generosa.

Mito:

La población afectada está demasiado aturdida y desvalida para asumir la responsabilidad de su propia supervivencia.

Realidad:

Por el contrario, muchas personas encuentran nuevas fuerzas durante una situación de emergencia. Así lo demostraron los miles de voluntarios que se unieron espontáneamente a las excavaciones de los escombros para buscar a las víctimas tras el terremoto de la Ciudad de México en 1985.


Mito:

Los desastres son asesinos indiscriminados.

Realidad:

Los desastres golpean con mayor fuerza a los grupos más vulnerables, es decir, a los pobres, las mujeres, los niños y los ancianos.

Mito:

La mejor alternativa es ubicar a las víctimas del desastre en campamentos provisorios.

Realidad:

Esta debe ser la última alternativa. Muchas organizaciones utilizan los fondos normalmente destinados a la adquisición de tiendas de campaña para comprar, en el propio país afectado, materiales de construcción, herramientas y otros bienes relacionados con la edificación.

Mito:

La vida cotidiana vuelve a la normalidad en pocas semanas.

Realidad:

Los efectos de un desastre pueden durar un largo tiempo. Los países afectados consumen gran parte de sus recursos económicos y materiales en la fase inmediatamente posterior al impacto. Los buenos programas externos de socorro planifican sus operaciones teniendo en cuenta el hecho de que el interés internacional se va desvaneciendo a medida que las necesidades y la escasez se vuelven más acuciantes.


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