sábado, 23 de noviembre de 2013

LA EXPERIENCIA EN FILIPINAS


Expertos en desastres naturales criticaron este martes la descoordinación en la respuesta a la crisis humanitaria causada por el tifón Haiyan en Filipinas, pese a que el Gobierno defiende su trabajo en la zona afectada. Según organizaciones implicadas en las operaciones para llevar ayuda a los residentes de las regiones que quedaron devastadas tras el paso de Haiyan, no hay ningún tipo de plan de acción en cuanto a la distribución de asistencia se refiere. No hay ningún tipo de esfuerzo conjunto, ninguna hoja de ruta"No hay ningún tipo de esfuerzo conjunto, ninguna hoja de ruta", dijo el presidente de la Asociación Filipina de Gestión de Suministros en Cadena (SCMAP), Arnel Gamboa, al medio local Inter Aksyon. "Es como una orquesta sin director", añadió el experto, que explicó que "hay muchos planes, pero luego no se ejecutan". Gamboa subrayó que los tres días siguientes al paso del tifón, que entró por el este de Filipinas el 8 de noviembre con vientos de más de 300 kilómetros por hora, "eran los más importantes para organizar la asistencia humanitaria", pero las autoridades no estaban lo suficientemente preparadas. Leon Fajardo 'Nonoy', un especialista en emergencias de Unicef, desplazado a Tacloban, narraba hace unos días a 20minutos la ausencia de las autoridades durante los primeros días tras la tragedia: "Durante tres días, la gente de Tacloban estuvo a su suerte, sin las autoridades ni ayuda". "Según informes que hemos recibido, los primeros funcionarios que estuvieron (en las zonas afectadas) ni siquiera llevaban teléfonos satélites", afirmó. El profesional también criticó la falta de datos precisos de la situación sobre el terreno. "Aunque ahora hay ahí muchos funcionarios, la información y comunicación no están llegando a tiempo", opinó. Sólo tres forenses trabajan identificando decenas de cadáveres en TaclobanLas carencias de medios son patentes en todo. Sólo tres forenses llevaban a cabo este lunes la identificación de decenas de cadáveres, en estado de descomposición, que dejó el supertifón en Tacloban, la ciudad más afectada del país, donde los muertos podrían ascender a 4.000.  "Está yendo muy despacio", ha lamentado una de esas forenses, Raquel del Rosario-Fortun. "Es un proceso que no se ha estudiado (...) Cada año tenemos fuertes tifones, debe haber ya una plantilla preparada para esto. Ya es hora de que el Gobierno se prepare para las próximas tormentas", ha añadido. Por su parte, UNICEF destacó este lunes que continuaban los problemas de inseguridad y logística, aunque el reparto de agua y comida había mejorado en las zonas más afectadas por el tifón. Ya es hora de que el Gobierno se prepare para las próximas tormentasLa jefa humanitaria de la ONU, Valerie Amos, se lamentó durante su visita a la ciudad de Tacloban de que la ayuda humanitaria estaba tardando en llegar a las zonas afectadas, al estancarse en Manila. El Gobierno filipino se defiende Por su parte, el Gobierno filipino contesta a las críticas sobre su gestión diciendo que ahora está concentrando en tratar de normalizar la situación en las regiones más afectadas por Haiyan. Este no es el momento de criticar ni de buscar culpables"Estamos redoblando nuestros esfuerzos, haciendo lo que podemos, para tratar de devolver la normalidad a la provincia de Leyte", afirmó en una rueda de prensa televisada el secretario de la Oficina de la Presidencia de Comunicación de Operaciones, Sonny Coloma. El representante gubernamental apuntó asimismo que "este no es el momento de criticar ni de buscar culpables, sino de intentar mejorar la situación de los ciudadanos afectados lo antes posible". Según las autoridades, Haiyan ha afectado a más de 10 millones de personas de 57 provincias. Mientras, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU, advirtió este martes de que unas 600.000 personas aún no han recibido ayuda de la agencia. La directora ejecutiva del PMA, Ertharin Cousin, informó a la prensa de que se ha distribuido ayuda de urgencia a 1,9 millones de personas afectadas, pero que en total 2,5 millones necesitan asistencia. El Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Desastres subió este martes la cifra de muertos por el tifón a 3.982, estableció en 18.267 el número de heridos y situó en 1.602 las personas que permanecen desaparecidas. Cerca de 600.000 viviendas resultaron dañadas y los daños en la agricultura y las infraestructuras del país ascienden a más de 11.000 millones de pesos (186 millones de euros o 252 millones de dólares). Por su parte, el Gobierno filipino ha cifrado el coste de reconstruir las viviendas, escuelas, carreteras y puentes destruidos por Haiyan en unos 4.250 millones de euros, por lo que el Gobierno probablemente tendrá que buscar préstamos baratos de las agencias de desarrollo, según ha señalado este martes el  ministro de Planificación Económica, Arsenio Balisacan. 

·         Organizaciones humanitarias critican al Gobierno por la falta de respuesta coordinada, la lentitud, la falta medios y el estancanmiento de la ayuda en Manila.
·         En Tacloban solo tres forenses identifican a decenas de cadáveres.

  • El Ejecutivo dice que "no es momento de criticar".





El reportero, Jon Donnnison enviado de BBC News a Tacloban, epicentro del supertifón Haiyan, cuenta como los sobrevivientes se mezclan con los muertos en esta devastada ciudad.  Rica y exclusiva  vivencia periodística del drama. Recomendación de Puro Periodismo.
Así narra Donnison su experiencia: “Los sobrevivientes viven entre los muertos en la ciudad de Tacloban.
Mientras conducimos hacia la localidad, podemos ver decenas de cuerpos en descomposición en la carretera. Han pasado tres días desde que el tifón Haiyán tocó tierra y los muertos aún no han sido enterrados. Los transeúntes se tapan el rostro con pañuelos para tratar de ocultar el mal olor.
Muchos buscan a sus seres queridos que han desaparecido. Como todas las líneas de teléfono están caídas, la única manera de hallar a alguien es saliendo a buscarla.
En el centro de Tacloban se observa apenas un edificio en pie. Las calles ahora se reducen a un desastre de escombros.
Luego de que una pared de agua golpeara a la ciudad, las escenas son una reminiscencia del tsunami ocurrido en Asia en 2004 y en Japón en 2011.
El golpeado aeropuerto es ahora el centro de la operación de rescate. Pero, al menos por el momento, la ayuda no está llegando lo suficientemente rápido”.


Un equipo de Cáritas Filipinas y de miembros de la red internacional de Cáritas presentes en la zona ha llegado hoy en barco a Leyte para evaluar las necesidades más urgentes. Todo hace temer que el nivel de destrucción producido por el tifón en las áreas que aún siguen inaccesibles sea catastrófico.
Asimismo, la Cáritas local planea enviar equipos de evaluación de daños a varias diócesis pertenecientes a la Arquidiócesis de Palo (en Leyte), a Borongan (en Samar Oriental), al Vicariato Apostólico de Calapan y a San Jose Mindoro en cuanto los canales de comunicación se hayan restablecido.
Agua potable, productos de higiene y saneamiento, alimentos, medicinas, refugio temporal son, según el Gobierno filipino, las prioridades inmediatas, junto a la retirada de escombros, las tareas logísticas y el restablecimiento de las comunicaciones.
Mientras tanto, para las diócesis aún no accesibles desde Manila, Caritas Filipinas está coordinando la ayuda a los damnificados mediante la colaboración de aquellas diócesis cercanas con capacidad suficiente para proporcionar los suministros de emergencia necesarios a las personas más vulnerables y hacer las primeras estimaciones.
El presidente de Cáritas Internationalis, cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, ha declarado que "nuestras plegarias están con el pueblo de Filipinas. Es un pueblo que ha sufrido muchos desastres naturales en el pasado, siempre con fe y gran resistencia. Pueden estar seguros de que las Cáritas de todo el mundo acudirán en su ayuda".
Referencias:
http://www.periodistadigital.com/religion/solidaridad/2013/11/11/catastrofe-en-filipinas-9-5-millones-de-afectados-la-solidaridad-de-la-iglesia-en-marcha-religion-iglesia-ong-caritas-manosunidas.shtml
http://www.puroperiodismo.com/2013/11/13/reportero-bbc-narra-desastre-en-filipinas/ 
http://www.20minutos.es/noticia/1981245/0/criticas/gobierno-filipino/haiyan/ 

viernes, 22 de noviembre de 2013

MANEJO DE CADÁVERES EN SITUACIONES DE DESASTRE, TRABAJO PSICOLÓGICO SOBRE MANEJO DEL DUELO


Los patrones de desarrollo económico capitalista dependiente y globalizado han propiciado una ocupación expansiva del territorio con asentamientos humanos que se ubican una y otra vez en zonas de riesgo propensas a sufrir impactos de eventos extremos de origen “natural”. Éstos parecen manifestarse con una acrecentada intensidad, sobre todo los huracanes y las tormentas tropicales, resultado de la alteración del equilibrio ambiental de los frágiles ciclos ecológicos antes autorregulables, los terremotos y los tsunamis. Los territorios habitados también están expuestos a sufrir desastres provocados por la propia sociedad, como los accidentes de tráfico o los procesos sanitarios químico-tecnológicos, así como los conflictos político-económicos locales, regionales e internacionales, que derivan en enfrentamientos armados, guerras y terrorismo. Sin embargo, independientemente de sus causas, los desastres tienen consecuencias y secuelas que implican pérdidas masivas de vidas humanas, y de animales también, así como daños materiales y financieros.
Las autoridades de un país son quienes fundamentalmente deben coordinar los esfuerzos sociales para afrontar un desastre, mediante un plan de contingencia adecuado que oriente los recursos gubernamentales y privados, en primer lugar, al rescate y atención de los sobrevivientes, otorgándoles asistencia psicológica y médica, y a la evacuación e instalación de los damnificados en albergues temporales. En segundo lugar, es necesario efectuar la restauración del transporte y las comunicaciones, así como la rehabilitación y mantenimiento de los servicios básicos. En tercer lugar, pero no por ello es menos importante, deben encargarse de la recuperación y manejo de los cuerpos sin vida, acciones que se inician desde el momento mismo  de ocurrido el evento, asociadas con la propia búsqueda de supervivientes.
Por tal razón, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha hecho una importante contribución con la elaboración colectiva de este manual sobre el manejo de cadáveres en situación de desastres, el cual da una serie de orientaciones esenciales para establecer una adecuada recuperación y levantamiento de los cadáveres, independientemente de su número. La obligada identificación de los cuerpos nunca debe ser apresurada y es necesario agotar todas las posibilidades para lograrlo. También es imprescindible una disposición transitoria y final de los cuerpos sin vida que respete el proceso de luto para sus familiares y les permita disponer de un entierro digno de acuerdo con sus creencias y costumbres. La identificación de los cuerpos y el manejo del duelo son de fundamental importancia para no provocar daños legales posteriores y un sufrimiento innecesario a los familiares.

Si bien existe un arraigado mito, apoyado culturalmente por postulados higienistas que consideran los cadáveres como sucios y transmisores de enfermedades, la OPS defiende las siguientes premisas:
– los cuerpos sin vida resultado de un desastre no constituyen un riesgo infeccioso;
– nunca se debe enterrar a los cadáveres en fosas comunes sino ubicarlos en nichos, trincheras o zanjas individuales, lo que constituye un derecho humano básico de los familiares sobrevivientes;
– la cremación masiva de cadáveres jamás debe realizarse en contra de las costumbres culturales y religiosas de la población;
– la recuperación psicosocial de la población sobreviviente debe verse como una política de Estado en el marco de una atención integral de la salud;
– un desastre debe ser atendido con un plan de respuesta inmediata ante la emergencia, cuyas tareas han sido establecidas con previsión y preparación, ya que una desorganización e incapacidad de coordinación, así como la improvisación e insensibilización para evitar inequidades de género, que se enlazan con otras formas de desigualdad social, por ejemplo, de clase, raza, etnia, preferencia erótica, generacional, entre otras, puede generar un desastre sobre el desastre, el cual seguramente aumentará el número de víctimas.

En el manual, la OPS profundiza en cuestiones relacionadas con los preparativos para casos de muertes masivas, la importancia del trabajo médico legal asociado, las consideraciones sanitarias, así como los aspectos socioculturales, psicológicos y legales a considerar.

Preparativos para casos de muertes masivas

Un plan de contingencia preventivo para un territorio particular debe incluir un mapa de riesgos y vulnerabilidades
de la población y su entorno construido, así como las acciones que cada quien debe desarrollar en cada caso y eventualidad vinculados con fenómenos naturales o producidos directamente por el hombre, en los que se establezcan las zonas de evacuación y edificaciones más fuertes, incluyendo sitios que puedan servir para el depósito de cuerpos, entre otros. El manual reconoce que, aunque la ayuda inmediata proviene inicialmente de los propios sobrevivientes que resultan ilesos, se debe trabajar en una mejoría de la calidad y de la disponibilidad de los servicios de recuperación inmediatos por medio del adiestramiento y la preparación previos impartidos por organismos especializados.

También con antelación debe quedar muy claro qué institución es la que coordinará todo el proceso del manejo de cadáveres. Además, las autoridades deben establecer nexos y entregar información fidedigna, a través de voceros oficiales, a los responsables de los medios de comunicación para crear confianza y credibilidad y evitar versiones contradictorias y vacíos al suministrar información a la audiencia nacional e internacional acerca de las labores de rescate, la identificación y localización de víctimas,  así como de los desaparecidos. Asimismo, las autoridades deben establecer una manera clara, ordenada e individualizada de realizar las notificaciones de las muertes, y dar todas las facilidades para que la ciudadanía tenga acceso a los cuerpos, prestando la ayuda posible para su disposición final, especialmente cuando la población es de bajos recurso. La demora en la entrega de cadáveres y la incertidumbre sobre los recursos para el pago de los servicios funerarios crea aún mayor angustia y sufrimiento,
por lo que un elemento importante en el manejo de los duelos es favorecer la rápida tramitación de la funeraria y lograr que sea gratuita o accesible para las personas de bajos ingresos.

Los responsables deben evitar, bajo cualquier circunstancia, que se someta a los cuerpos al entierro en fosas comunes o cremaciones en masa, porque además de ser innecesario, violenta los derechos humanos de los familiares sobrevivientes que requieren recobrar el cuerpo victimado. Por ello, las inhumaciones que se realicen deben hacerse de tal forma que permitan la recuperación posterior de los cadáveres.

Trabajo médico legal

El apartado sobre el trabajo médico legal fue elaborado por los especialistas cubanos en medicina legal Jorge González y Alicia Lasanta. Ambos exponen que el manejo de los cuerpos sin vida es un procedimiento complejo que, por lo general, y lamentablemente, es una de las actividades menos trabajadas profesionalmente después de un desastre. Para evitar que así sea proponen que, aun en las situaciones más adversas y sin el personal suficiente, la labor de coordinación de la recuperación y manejo de cadáveres puede ser dirigida por un médico de la comunidad que asuma el liderazgo de un equipo de trabajo de acuerdo con las condiciones y recursos humanos existentes en el lugar. Por lo cual es imprescindible anticipar convenios de colaboración para determinar los recursos existentes y los necesarios: personal profesional experto en desastres y otros participantes; los posibles sitios de trabajo donde se establecerán campamentos o locales temporales para el depósito, exposición y examen de los cadáveres; realizar simulacros de campo; detectar necesidades materiales y quién puede aprovisionarlas en su momento: transporte y comunicaciones, vestuarios y otros medios personales, instrumental y equipos, medios de conservación, agua y alimentación; y noolvidar la atención física y mental médica para el grupo de trabajo. El equipo de trabajo médico-legal, en lo relativo a su preparación técnica, debe incluir expertos en desastres: personal de salud, policías, bomberos, criminalistas y desastrólogos, arquitectos, urbanistas, ingenieros, antropólogos u otros profesionales vinculados al desastre, periodistas y trabajadores de los medios, autoridades judiciales.
Otros participantes son: autoridades del gobierno y de la comunidad, instituciones religiosas, funerarias, sepultureros y otros servicios relacionados con cadáveres, diplomáticos y representantes consulares, personal de limpieza, encargados de cocina, familiares, vecinos y población en general.
Los objetivos del trabajo médico-legal son: hacer un diagnóstico de la muerte, rescatar los cuerpos y sus restos, establecer su identidad, estimar el momento de la muerte y las causas de la muerte en forma individual cuando proceda, explicar las circunstancias en las cuáles se produjo, preparar los cadáveres y restos para su disposición final y, sobre todo, revertir o reintegrar el estudio del hecho en un elemento de prevención futura. Para una clasificación que permita una identificación más eficaz, el manual establece que es recomendable colocar los cuerpos en espacios preestablecidos, atendiendo a su clasificación por grupos según el sexo, color de la piel, edad, biotipo, largo del cabello, estatura, tamaño del pie, entre otros.
El manual no hace referencia alguna sobre las diferencias de género en las tasas de mortalidad, tal como los estudios sobre desastres “naturales” que hasta hace poco tiempo manifestaban que no había discriminación entre las
Víctimas. Sin embargo, estudios recientes han detectado una diferenciación en la tasa de mortalidad y morbilidad que afecta más a las mujeres que a los hombres, por lo menos en desastres como tsunamis, hambrunas por sequías, ciclones y huracanes y terremotos (Shubh Kumar-Range, 2001). Un ejemplo muy reciente es el tsunami de diciembre de 2004 que afectó gravemente las costas de Indonesia, la India, Sri Lanka, entre otros países asiáticos, donde en algunas localidades se detectó una proporción de cuatro muertes de mujeres por cada muerte de un hombre, lo que ya permite anticipar problemas en esas comunidades para la creación de nuevas parejas matrimoniales y el cuidado de los miles de niños sobrevivientes que quedaron huérfanos (Sukarsono, 2005).

Consideraciones sanitarias en casos de muertes masivas

Si bien la OPS, por medio de la aportación de Kart Western del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, enfatiza a lo largo del texto que existen evidencias científicas que indicanque la sola presencia de cadáveres humanos y de animales como resultado de un desastre no representan un riesgo de epidemia ni una causa para la diseminación de enfermedades infecciosas donde no existen enfermedades endémicas.
Registra que la clave para prevenir enfermedades es el mejoramiento de las condiciones sanitarias y la educación de la población sobre los riesgos reales que implican los cadáveres. Aclara que un cadáver posee un menor riesgo infecto-contagioso que una persona viva infectada. Para que algunas enfermedades puedan representar un riesgo para la salud pública, los cadáveres deben ser huéspedes de una enfermedad presente en zonas endémicas (tuberculosis, estreptococos, meningitis y septicemia, meningococos o infecciones virales como las gastrointestinales, de las vacas locas, hepatitis B y C, virus VIH, fiebres hemorrágicas).Otra condición es que los microorganismos puedan vivir en el cuerpo del ser humano, del animal o en el ambiente después de la muerte del huésped, así como contar con las condiciones ambientales necesarias para su propagación, como la alteración de la infraestructura de disposición de desechos o superpoblación, entre otras. En general, como medida preventiva, se plantea la desinfección de los cuerpos con una solución a base de cloro y un control en su transporte. Sin embargo, las causas de una mayor morbilidad y mortalidad son más atribuibles al agua estancada de las inundaciones, a la falta de agua potable, a medidas sanitarias insuficientes, al hacinamiento y al daño en la infraestructura básica, como las fracturas en las redes de agua potable y drenaje que provocan la contaminación de la primera, y cuando los propios manipuladores de cuerpos no observaron las normas de higiene necesarias.

Por estas razones se deben priorizar medidas sanitarias extremas respecto al agua potable y al manejo de desechos en los albergues de damnificados y campos de refugiados. Los cadáveres de animales, por su parte, representan un riesgo muy limitado para la salud pública, excepto bajo condiciones muy específicas, como la presencia de agentes infecciosos endémicos preexistentes en la zona y la contaminación de agua por heces y fluidos de lesiones. Los vectores de enfermedades endémicas deben controlarse y erradicarse con las medidas necesarias. Al igual que con los humanos, el manual plantea que hay que priorizar el cuidado de los animales vivos por sobre la disposición de los cadáveres de animales. Para los cadáveres de animales propone una medida inicial temporal consistente en rociarlos con petróleo y cubrirlos con tierra hasta que se den las condiciones necesarias para su entierro definitivo. No hay que descuidar la salud de los animales vivos, que deben ser reunidos, atendidos y vigilados para prevenir cualquier brote de enfermedad. Al respecto el manual resalta que “para atender los efectos del duelo es necesario tener en cuenta los lazos afectivos y de supervivencia que atan al ser humano a los animales, mascotas, ganado o simplemente especies con las que coexiste”.
Asimismo, la OPS propone en la guía evitar someter al equipo de rescate y a la población en general a campañas masivas de vacunación innecesaria contra enfermedades que supuestamente transmiten los cadáveres.

Aspectos socioculturales

Uno de los aspectos de mayor relevancia en la recuperación de los cuerpos y su debido proceso de identificación es que permiten que se pueda llevar a cabo el duelo familiar y comunitario, así como los rituales que otorgan el valor simbólico del cadáver y de la sepultura, circunstancias que en un desastre deben ser respetadas. La OPS y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia lo señalan: “El impacto de la alteración de los rituales normales es tal que ha llegado a considerarse que los duelos no resueltos de una sociedad son un factor decisivo en la recurrencia episódica de brotes de violencia; así, el mapa de zonas de violencia en el mundo muestra antecedentes similares en su historia, aún si se presentan como atribuidos a diversas causas en cada época”.
El respeto a los muertos ayuda a definir el respeto debido a los vivos, y en esa misma sucesión de episodios de muertes por desaparición o traumáticas con duelos no resueltos ayuda a explicar el porqué de los infortunados resultados de los programas de resolución de conflictos bélicos que se intentan en cada país. De ahí que sea un punto clave en la resolución de odios y conflictos de larga duración. No respetar los rituales ni los valores de una sociedad provocan un círculo vicioso que “impide que culmine un sano duelo y la comunidad  pueda volver a ocuparse de sus asuntos vitales”. De igual manera, “el poder cumplir adecuadamente los rituales funerarios en muertes violentas—que requieren investigación judicial— ayuda a restaurar la confianza de la sociedad en su propia organización”.
En la actualidad hay suficientes recursos técnicos y científicos para identificar, manejar y conservar hasta la disposición final numerosos cadáveres en forma respetuosa, reconociendo la trascendencia de llevar a cabo los rituales funerarios propios de cada comunidad, de tal forma que se eviten acciones precipitadas, como inhumar o cremar, que impiden identificar a las víctimas y devolver los cadáveres a sus deudos, quienes requieren de la presencia física del cuerpo o restos para realizar el ritual del funeral. Lo anterior permite el desarrollo de un duelo sano, que cada cultura ha acuñado para aliviar el dolor y cicatrizar penas.
Un funeral es más que el simple hecho de deshacerse de un cadáver, permite darle algún sentido a la muerte cuando nos vemos confrontados con ella y otorga un estatuto de dignidad y sentido a la desaparición del ser humano. Un duelo permite a largo plazo la reparación del tejido social afectado por el desastre y evita devastadoras secuelas a nivel psíquico y social, e incluso ahorra los elevados gastos que implican las exhumaciones de fosas comunes para lograr identificaciones posteriores.
Reparar el tejido social debe considerarse como una política de Estado en el marco de una atención integral de salud.
Las muertes masivas inesperadas constituyen momentos de dolor colectivo que pueden llegar a convertirse en protestas sociales y políticas que afecten la dinámica comunitaria. El sepelio canaliza el duelo colectivo, el dolor social, ayuda a manejar la pérdida y a diluir la ira; y aunque es expresión colectiva de desesperanza, indefensión y vulnerabilidad, permite simultáneamente la expresión de compasión, simpatía y ofrece una ocasión para compartir un momento de solidaridad.

Aspectos psicológicos

Jorge Rodríguez, consultor de salud mental de la OPS y la Organización Mundial de la Salud (OMS), enfatiza en su apartado que, además de la atención de la salud mental de los sobrevivientes, el manejo de gran cantidad de cadáveres requiere un plan psicológico y físico de acompañamiento, ya que este proceso puede causar enorme impacto en la salud del equipo de trabajo y de los damnificados. En periodos posteriores a un desastre es necesario trabajar la memoria histórica del colectivo afectado, como un proceso de aceptación, reelaboración de lo sucedido y la dignificación de las víctimas. Sobre todo si las circunstancias hacen aún más difícil enfrentar un proceso de duelo como son: las desapariciones, la imposibilidad de reconocer los cadáveres, los enterramientos colectivos en fosas comunes, las masacres, y los casos donde los familiares y allegados que, aunque se percataron de la muerte y pudieron realizar un entierro, mantienen sentimientos de ira debido a lo brutal e injusto de la misma.
Existen efectos tardíos en los sobrevivientes con duelos patológicos que deben tratarse psicológicamente para evitar sus severas consecuencias: trastornos psiquiátricos como depresión, trastornos de adaptación, manifestaciones de estrés postraumático, abuso del alcohol y otras sustancias adictivas y trastornos psicosomáticos. También se reporta un incremento del índice de suicidios en los periodos posteriores al deceso masivo de personas como consecuencias de desastres o crímenes de guerra. En situaciones de guerra o de conflictos de larga duración, los patrones de sufrimiento, como tristeza, miedo generalizado, ansiedad, se manifiestan corporalmente, síntomas que con frecuencia adquieren un carácter grave y de larga duración. Un duelo complicado puede conducir a un trastorno depresivo, que se caracteriza por una tristeza  acentuada, pérdida de la capacidad de interesarse y disfrutar de las cosas, mengua del nivel de actividad y un cansancio exagerado, disminución de la atención y concentración, pérdida de confianza en sí mismo, sentimientos de inferioridad, ideas de culpa, perspectivas sombrías sobre el futuro, pensamientos o actos suicidas, trastornos del sueño y pérdida de apetito.

Vulnerabilidades específicas sobre las poblaciones masculina y femenina

Las muertes masivas significan una condición de riesgo psicosocial elevado y tienen efectos diferenciados según el género y la edad. En este manual, aunque en forma escasa, se menciona que, mientras la salud mental de los hombres es afectada de manera más inmediata, las mujeres sufren a más largo plazo y los trastornos psíquicos que las atañen son de inicio tardío. Los patrones genéricos hacen que los hombres tiendan a reprimir las emociones dolorosas y les resulte difícil hablar, pues hacerlo es interpretado como una debilidad. Las mujeres tienden a comunicar con los otros y expresar sus temores, buscan apoyo y comprensión para sí mismas y sus hijos. Además, existen nuevos roles que se imponen a la desaparición de uno de los miembros de la familia, como el caso de las mujeres viudas que se convierten en jefas de hogar sin dejar de ocuparse de las tareas domésticas de cuidado y alimentación, o el padre viudo que queda a cargo de los hijos y de las responsabilidades de la casa. En general a los ancianos un desastre los afecta significativamente más que a otros grupos sociales, ya que por su edad tienen problemas de salud y discapacidades. Además, pueden encontrarse aislados y carecer de redes de apoyo, y no ser considerados como factores activos y productivos, aunque lo sean. Los niños sobrevivientes requieren atención rápida y oportuna para no dejarlos expuestos a sufrimientos no comunicados y temores no comprendidos sobre lo sucedido. La escuela, la comunidad y su familia son espacios terapéuticos fundamentales, mas hay que capacitar al personal que trabaje con niños con una estrategia de recuperación flexible no necesariamente profesionalizada.

Aspectos legales

Susana Castiglione, abogada argentina y consultora de la OPS, elabora la sección legal y sostiene que los derechos humanos se ven afectados si las autoridades a cargo del manejo de la emergencia se niegan a rescatar los cadáveres, no los recogen en forma adecuada o no toman los recaudos necesarios para identificarlos y los inhuman transgrediendo los ritos religiosos y las creencias culturales.

Por ello, los damnificados pueden interponer reclamaciones jurídicas por daños materiales y morales, de acuerdo con las disposiciones internas de los Estados y los instrumentos internacionales de derechos humanos ratificados, si las autoridades ignoran la plena identificación de los cadáveres. La identificación es la única forma de tener la certeza de la muerte, pues elimina toda posibilidad de fraude, y es el único medio de poner fin a la angustia y dolor de los familiares. Ello obliga a los Estados a adoptar normas técnicas con un contenido legislativo e instruir al personal que actúa en emergencias sobre la ausencia de riesgos epidémicos en el manejo de cadáveres. Con ello evitaría causar daños irreparables a las familias de las víctimas y los consecuentes pleitos legales que podrían concluir en sentencias generadoras de responsabilidad. Una desaparición no esclarecida incrementa los daños materiales de familiares o interesados que se ven imposibilitados para tener acceso a los activos de familiares, cobrar seguros y participar de los bienes de los difuntos, lo cual depende de largos procesos judiciales de declaración de muerte presunta. Una desaparición genera problemas de vacíos legales, de herencias de propiedades, testamentos, negocios y hasta fraudes en registros públicos electorales, entre otros.

Modelo de ley para el manejo de cadáveres en situación de desastre

El manual propone, en su parte final, un modelo de ley para el manejo de cadáveres en situación de desastre con varios articulados que determinan los responsables, los preparativos y la conformación del grupo que ha de hacer el manejo y levantamiento de cadáveres: embalaje, traslado, identificación, tratamiento de los muertos no identificados, disposición final de los cuerpos, inhumaciones, cremaciones y cooperación internacional. La cooperación internacional, como el caso de la Interpol, puede establecerse para colaborar con equipos de identificación de otros gobiernos.
Asimismo, los Estados deben proteger la integridad de los cadáveres y sancionar como figuras delictivas en los códigos penales la profanación de tumbas, cadáveres o cenizas, la interrupción de funerales y la necrofilia. Se menciona que México pena legalmente el ultraje de los cuerpos femeninos y masculinos, y propone que esa medida se establezca como una norma modelo.

Estudios de caso

El manual concluye con el estudio de caso emprendido por Judith Maguiña, del Instituto de Medicina Legal de Perú, sobre el manejo de cadáveres en el incendio de Mesa Redonda en Lima en diciembre de 2001, y el trabajo de Zacarías Duarte, del Instituto de Medicina Legal de Nicaragua, sobre el deslave del volcán Casita en Nicaragua en octubre de 1998. En este último caso, el autor comenta que no se identificaron los cadáveres, sino que se quemaron in situ y, en consecuencia, no se emitieron las actas de defunción de más de 2 500 muertos no identificados, los cuales hubieran podido votar en las siguientes elecciones de alcalde, ya que oficialmente no estaban muertos.


Referencia: http://www.redalyc.org/pdf/139/13901912.pdf

sábado, 9 de noviembre de 2013

PRIMEROS AUXILIOS PSICOLOGICOS ESTRATEGIAS DE INTERVENCION


Siguiendo a Caplan y a Erikson, las crisis son entendidas como “una respuesta de disrupción  en la homeostasis psicológica del individuo, en la que fallan los mecanismos de afrontamiento habituales tendentes a reinstaurar dicha homeostasis, lo cual va acompañado de todo un conjunto de consecuencias conductuales, emocionales, cognitivas y biológicas en la persona”.

Silvia Bleichmar entiende por crisis “la repercusión psicológica de complejas situaciones vitales, la forma en que estas son vividas por la persona, a partir de múltiples y muy variados factores histórico-coyunturales: su inscripción económico-social, familiar, su propia historicidad, sus vicisitudes como sujeto psíquico (fundamentalmente inconscientes), etcétera”.

De otro lado, “una crisis es una combinación de situaciones de riesgo en la vida de una persona que coinciden con su desorganización psicológica y necesidad de ayuda. La crisis representa el peligro de una mayor vulnerabilidad al trastorno mental como la oportunidad para el desarrollo de la persona. La crisis es una experiencia que siempre está presente en la vida de los seres humanos”

Durante la vivencia de una crisis, la persona pierde de forma transitoria o definitiva una serie de aportes con los que ha contado; encontrando comprometida su estabilidad. Estos aportes pueden tener diferentes dimensionalidades, pudiendo ser tanto físicos (alojamiento, economía, alimentación, salud, autonomía, etc.) como psicosociales (de relación con los otros, seguridad, pertenencia, confianza, etc.) así como de otra índole, que pueden afectar a su salud mental.

Dicho esto, la persona puede encontrarse en muchas situaciones de emergencia “la intervención psicológica en crisis se orienta hacia la expresión de los sentimientos y experiencias internas de la persona que se relacionan con el evento o eventos que provocaron el desajuste, facilita la elaboración del duelo ante la pérdida, en ocasiones de bienes materiales, pero en otros casos ante la irreparable pérdida de un ser querido”.

La intervención en crisis consiste en “un tratamiento intensivo que requiere la habilidad para la creación de un clima óptimo de comunicación que facilite: (a) la libertad de expresión por parte de la persona en crisis, (b) la aceptación de la persona y de su situación, (c) la expresión de la capacidad para escuchar de manera empática, (d) la búsqueda de soluciones realistas, y (e) la expresión natural de afecto y cercanía. Se trata de propiciar una situación de seguridad psicológica que permita la exploración de los eventos críticos en un contexto de realidad.


Los primeros auxilios psicológicos

Los PAP (primeros Auxilios Psicológicos): concepto, características y objetivos. Características de las PAP

Son intervenciones de primera instancia.
- Son inmediatas y de corta duración.
- Están dirigidas a cualquier persona impactada por un incidente crítico.
- Su objetivo principal es proporcionar apoyo, reducir el peligro de muerte y enlazar a
la persona en crisis con los recursos de ayuda.
- Los PAP los proporciona cualquier persona suficientemente entrenada y formada.
- Se proporcionan principalmente en el mismo lugar del suceso.

El objetivo de nuestra intervención es “ayudar a la persona a aceptar lo sucedido, expresar sentimientos, facilitar que busque soluciones y apoyo social, ayudar a que recupere el nivel de funcionamiento que tenía antes del incidente y prevenir la aparición de consecuencias negativas para su salud mental”

Los objetivos que persiguen los PAP son, según Gómez-Mascaraque y Corral Torres, los siguientes:

- Proporcionar apoyo, facilitando que la persona se sienta escuchada y comprendida, facilitando la expresión de sentimientos y la ventilación de emociones negativas como el miedo, la tristeza, la angustia o el enfado.
- Reducir la mortalidad: al entender que el suceso estresor puede generar situaciones violentas como agresiones a otras personas o a sí mismo; actuando en consecuencia para evitarlo (desarrollar su red de apoyo informal, favorecer su ingreso hospitalario, etc.)
- Ser el nexo de unión con recursos de ayuda, proporcionándole información sobre los recursos necesario y brindándole orientación sobre qué hacer y cómo hacerlo.

“La búsqueda de apoyo social será fundamental para toda persona que haya vivido un suceso crítico, sin embargo, debemos prestar especial atención ante grupos específicos como niños, ancianos y discapacitados”.

La actuación a desarrollar y que comprendería el ámbito de los primeros auxilios psicológicos y emocionales, según Núñez, son los siguientes:

Protección: Donde lo prioritario es proporcionar seguridad y resguardo a la persona. Para ello, el Trabajadores Sociales gestionarán los recursos que consideren necesarios y harán uso de las técnicas necesarias, tales como la derivación de las personas a los servicios oportunos (centro de acogida).

Contacto: Donde se deberá promover el contacto tanto emocional, como físico. En relación a este último tipo de contacto, aclarar que este no se llevará a cabo en situaciones que resulten contraproducentes (como es el caso de las agresiones sexuales) o cuando nuestro interlocutor sea de un sexo diferente al nuestro (para que no dé lugar a malas interpretaciones). En todo momento, el profesional debe mostrarse receptivo a las necesidades.

Aceptar sin juzgar los sentimientos: El objetivo es tranquilizar a la persona, por lo que se deberá evitar hablar de culpables o realizar juicios de valor.

Aceptar nuestras limitaciones y la imposibilidad de resolver todo en el momento:
Esto es imprescindible para poder actuar de forma responsable.

Evaluar las capacidades de la persona o grupo: Determinando sus facultades (orientación temporo-espacial, estado emocional, procesamiento de lo ocurrido, etc.) para poder anticiparnos a sus necesidades. Lo importante es la detección de las preocupaciones de la persona y ayudarla en la resolución de las mismas (facilitarle el contacto con las personas que precise, darle la información necesaria, etc.).

Brindar opciones: La persona ante esta situación es incapaz de decidir, por lo que se la deberá ayudar en la elaboración de una lista de alternativas o soluciones posibles.

Acciones concretas y estimulantes: Estableciendo objetivos e incitación a la acción.

Ofrecer información: sobre todos los recursos sociales disponibles.


Seguimiento: Imprescindible para valorar la evolución de la persona y su situación.


REFERENCIA: http://www.trabajosocialmalaga.org/archivos/revista_dts/47_07.pdf

sábado, 2 de noviembre de 2013

IMPACTO EN LA SALUD MENTAL EN LO EQUIPOS DE PRIMERA RESPUESTA FRENTE A EVENTOS ADVERSOS



Los desastres son acontecimientos traumáticos de una cierta intensidad que afectan generalmente a un gran número de personas de manera imprevista, produciendo pérdidas familiares, daños en la salud o la economía, destrucción de la residencia o el trabajo, reacciones de pánico, etc. Un desastre implica una situación en la que la necesidad de cuidados médicos supera los recursos disponibles en forma inmediata, haciendo necesaria la aplicación de medidas extraordinarias (Swedish Health Secretariat). Un evento traumático excede la capacidad de un individuo de responder con sus mecanismos habituales de elaboración y control. A su vez, el tipo de desastre influye también en la respuesta del individuo; no es lo mismo enfrentarse a un desastre de origen natural que a un evento provocado por el hombre, en éste último caso, las consecuencias psicológicas sobre los individuos son mayores. En todo evento adverso existen víctimas, y estas son a la vez: primarias (directamente afectadas), secundarias (familiares y/o allegados), terciarias (personas que por su ocupación deben responder en la asistencia de las víctimas) y cuaternarias (miembros de la comunidad afectada). El estrés es un tipo de reacción que se activa en aquellas situaciones en las que percibimos que no tenemos suficientes recursos para atender a la demanda. Esto nos permite reaccionar con rapidez< y seguridad ante contextos en los que hay que dar respuesta para la que no tenemos suficientes recursos de afrontamiento. Dicho mecanismo pone en marcha un sistema de activación a nivel cognitivo, fisiológico y conductual que se detiene cuando se consigue el objetivo deseado.
El estrés en los trabajadores de la salud, no es una señal de debilidad o vulnerabilidad, sino que es una reacción natural del ser humano cuando enfrenta situaciones como vivencia excesiva del sufrimiento humano, muertes traumáticas, hechos amenazantes para su integridad física, pérdida de compañeros, etc. No existe ningún tipo de entrenamiento que pueda eliminar completamente la posibilidad de que una persona que trabaja en el marco de una situación de desastre o accidente grave sea
Pueden surgir dificultades si nuestro cuerpo y nuestra mente están activándose permanentemente, sin que se permita la recuperación. Más importante aún será laconsecuencia cuando la situación que provoca el desastre alcance tal magnitud que nos supere por completo y no nos permita dar respuesta alguna. Cuando se produce un evento traumático, en el individuo se genera una respuesta que será acorde al tipo de evento, y al balance de su vulnerabilidad y su resiliencia. Un evento traumático provoca una situación de estrés inescapable.
 El estudio de las consecuencias psicológicas de los desastres cobró un fuerte  interés desde el atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Luego de aquel evento, la prevalencia de estrés postraumático alcanzó el 7,5% en la población, llegando hasta un 20% en personas cercanas al lugar del desastre.

El transtorno de estrés postraumático suele producirse tras haber sufrido u observado un acontecimiento altamente traumático, en el que está en juego la vida de las personas, o nuestra propia vida. La experiencia puede originar un aprendizaje emocional que tiene como fin proteger al individuo ante situaciones similares, pero que va a ocasionar una serie de síntomas que se agrupan en tres tipos: 1) REMEMORACIÓN O REEXPERIMENTACIÓN, 2) HIPERACTIVACIÓN FISIOLÓGICA Y 3) EVITACIÓN O EMBOTAMIENTO AFECTIVO, entre los tres van a integrar parte de los criterios diagnósticos del TEPT
Criterios para el diagnóstico de F43.1 Trastorno por estrés postraumático (309.81)
A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:
1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás
2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados
B. El acontecimiento traumático es reexperimentado persistentemente a través de una (o más) de las siguientes formas:
1. recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o percepciones. Nota: En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma
2. sueños de carácter recurrente sobre el acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
3. el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashbacks, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico
4. malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan orecuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
5. respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
C. Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:
1. esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático
2. esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
3. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma
4. reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas
5. sensación de desapego o enajenación frente a los demás
6. restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
7. sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)
D. Síntomas persistentes de aumento de la activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:
1. dificultades para conciliar o mantener el sueño
2. irritabilidad o ataques de ira
3. dificultades para concentrarse
4. hipervigilancia
5. respuestas exageradas de sobresalto
E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.
F. Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
Especificar si: Agudo: si los síntomas duran menos de 3 meses Crónico: si los síntomas duran 3 meses o más. Especificar si: De inicio demorado: entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas han pasado como mínimo 6 meses.
Criterios para el diagnóstico del TEP según el DSM-IV-TRLa prevalencia del TEPT en la población general varía de acuerdo a los estudios, probablemente relacionado con las escalas y/o métodos que se utilizan para su diagnóstico, en algunos estudios relatan una prevalencia de 1,95%, mientras que en otros llegan a8%. Aproximadamente el 40% de los adultos están expuestos a un evento traumático, pero sólo una cuarta parte de ellos desarrollan un TEPT, por lo cual se considera que existen factores asociados con mayor riesgo.
Los trabajadores de la salud, no sólo estamos expuestos a situaciones extremas, sino que se suman a nuestra labor situaciones que influyen en nuestra eficiencia, o en laeficiencia del equipo de respuesta y que favorecen la aparición de problemas psicosociales. Existen factores que influyen en la eficiencia del trabajador o el equipo de salud, a saber: 1) FACTORES INDIVIDUALES, enfermedades crónicas, problemas previos que provocan estrés, edad, pérdidas personales, lesiones, etc.: 2) FACTORES INTERPERSONALES: conflictos familiares por responsabilidades laborales, separación prolongada de los afectos, roces interpersonales, etc.; 3) FACTORES     COMUNITARIOS: los medios de comunicación social y los curiosos en la escena de la emergencia pueden contribuir a generar un clima de presión emocional sobre los equipos de respuesta; 4) FACTORES PROPIOS DEL DESASTRE: los desastres tecnológicos producen mayor estrés, los producidos durante la noche, la duración del desastre, el grado de incertidumbre, el cambio repentino del aspecto físico de la comunidad, etc.; 5) PROBLEMAS DE ORGANIZACIÓN: ausencia de un lugar donde descansar, falla en la misión, trabajo que requiere gran esfuerzo físico y mental por un tiempo prolongado, baja recompensa, interferencia o conflicto de funciones, etc.
Por otra parte existe la llamada “Teoría del atrapamiento de la emergencia”, que no es más que un desamparo aprendido, una adicción al microtraumas de la práctica cotidiana, mediada por opioides y catecolaminas. La exposición a múltiples eventos lleva a una mayor probabilidad de desarrollo de TEPT.
Cuando ocurre un evento adverso, el personal que se ve más involucrado desde el inicio es el “equipo de primera respuesta”, que es el conjunto de personas que integran una determinada organización y prestan sus servicios en los primeros momentos ante una situación de emergencia. Las personas que realizan este tipo de tarea, ya sea por largo tiempo, o durante una sola experiencia, son vulnerables al estrés. El estrés agudo (TEA), es uno de los riesgos ocupacionales más graves en el servicio de emergencias, porque afecta la salud y el desempeño en el trabajo, así como en la vida social y familiar.
Es responsabilidad de los líderes proteger no solamente la salud física sino  también la salud mental de los integrantes de los equipos de respuesta como única garantía para cumplir con éxito las tareas y proteger al personal contra los efectos destructivos del estrés.
El trabajo en desastres y emergencias incluye el enfrentamiento a situaciones estresantes, como las siguientes:
• Largas horas de esfuerzo continuo.
• Lucha contra el tiempo por salvar vidas.
• Trabajo en ambientes adversos.
• Trabajo en condiciones climáticas adversas
• Labores pesadas
• Presión por tener que trabajar ante la presencia de periodistas.
• Equipo inadecuado o insuficiente.
• Alteración en el ritmo diario de vida (como dormir y comer).
• Labor de triaje
• Servicios públicos esenciales destruidos.
• Presión por parte del público por encontrar a sus familiares desaparecidos.
• Información confusa o contradictoria, rumor o desinformación
Se deben realizar actividades para prevenir los efectos negativos del trabajo de los equipos de respuesta.
Cuidadosa selección de los postulantes a integrarse a los equipos de respuesta.
• Definir perfiles para cada tipo de especialidad o labor en el trabajo de Respuesta, con la finalidad de poder designar al personal más idóneo para cada tipo de tarea.
• Pautar, como rutina anual, un proceso de evaluación en salud mental con la finalidad de identificar de manera oportuna el agotamiento emocional, los síntomas de estrés postraumático y otros trastornos psíquicos.
• Establecer anualmente actividades de prevención del estrés ocupacional  y autocuidado de la salud mental
 Se debe contar con equipos de apoyo que realicen seguimiento a las personas que intervienen en un accidente o desastre, y ese apoyo debería ser desde el momento del inicio: a) Fase de intervención: al comenzar el evento, aspectos organizativos; b) Seguimiento posterior: técnicas grupales de intervención para evitar la cristalización de los síntomas que podrían derivar en un cuadro de TEPT; y c) Derivación, cuando así se requiera
Los responsables superiores de planificar las acciones, no pueden descuidar estos últimos detalles, ya que de la labor del equipo de respuesta depende el éxito del trabajo.

Referencia: www.hospitalalvarez.org.ar/descargas/Trabajo%20TEPT.pdf