Psicología de desastres
Entendemos a la psicología en
emergencias y desastres como aquella rama de la psicología que se orienta al
estudio de las reacciones de los individuos y de los grupos humanos en el
antes, durante y después de una situación de emergencia o desastre, así como de
la implementación de estrategias de intervención psicosocial orientadas a la
mitigación y preparación de la población, estudiando como responden los seres humanos
ante las alarmas y como optimizar la alerta, evitando y reduciendo las
respuestas inadaptativas durante el impacto del evento y facilitando la
posterior rehabilitación y reconstrucción.
Antecedentes
Antecedentes de un acontecimiento
climático extremo, geológico, epidemia, etc. excepcionalmente estresantes
capaces de producir: Reacción a estrés agudo. Trastorno de estrés post –
traumático. Trastorno de adaptación. Factores Individuales, es decir
vulnerabilidad específica.
Resulta importante determinar la
relación entre acontecimiento estresante o circunstancia desagradable con la
aparición de los síntomas, se pueden presentar en todos los grupos de edades
incluyendo niños y ancianos.
Etiología
Para determinar el origen se
deben considerar dos elementos fundamentales: La situación conflictiva y la
personalidad del sujeto.
Situaciones conflictivas imprevistas
Ejercen un mayor impacto en el
ser humano, frente a ellas el individuo no tiene a su disposición los
mecanismos de adaptación adecuados, ni posibilidades de enfrentarlas lo que
puede traer consigo los síntomas, por ejemplo en situaciones de accidentes, guerras,
desastres de origen natural, es decir todos aquellos momentos donde se amenace
la integridad personal o peligro de muerte inminente.
La personalidad
Es un factor importante ya que
las características personales influyen en la manera de reaccionar y
comportarse a las iniciativas del medio ya que no todas las personas reaccionan
de una misma manera ante situaciones similares. Se precisa considerar además
elementos tales como la edad, el estado físico, el entrenamiento o la
preparación de la persona, pues indudablemente no es lo mismo enfrentar una
situación extrema (desastres naturales o no) con una preparación previa, joven,
y buen estado de salud que todo lo contrario.
Reacción a estrés agudo
Trastornos transitorios de una
gravedad importante que aparecen en un individuo sin otro trastorno mental
aparente como respuesta a un estrés físico (catástrofes, etc.) o psicológico y
que por lo general se presenta en horas y días. El agente estresante puede ser
una experiencia estresante devastadora que implica una amenaza seria a la
seguridad o integridad física de la persona o de personas queridas. El riesgo
del incremento que se presente un trastorno así radica en si están presentes
además un agotamiento físico o factores orgánicos como por ejemplo: la vejez.
Los síntomas que se presentan tienen una gran variabilidad pero lo más
característicos en un período inicial son:
Estado de embotamiento con alguna
reducción del campo de la conciencia (como si estuviera aturdido)
Estrechamiento de la atención.
Incapacidad de asimilar
estímulos, desorientación.
Agitación e hiperactividad.
Signos vegetativos de la crisis
de pánico.
Taquicardia.
Sudoración.
Rubor.
Depresión, ansiedad, ira,
desesperación.
Estos síntomas suelen aparecer a
los pocos minutos de la presentación del acontecimiento o estímulo estresante y
desaparecer en dos o tres días aunque a menudo desaparece en el curso de pocas
horas, puede existir además amnesia completa o parcial.
Trastornos de estrés post-traumático
Es un trastorno que surge como
respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación
breve o duradera de naturaleza excepcionalmente o catastrófica que causarían
por si mismas malestar generalizado en casi todas las personas (desastres
naturales o no), el ser testigo de una muerte violenta, ser víctima de
torturas, actos terroristas, violación u otro crimen.
Sus características típicas
Episodios reiterados de volver a
vivenciar el trauma en forma de reminiscencias o sueños sobre un fondo
persistente de una sensación de “entumecimiento” y embotamiento emocional. Su
síntomas principales son:
Falta de
capacidad de respuesta al medio.
Temor o
evasión de situaciones que recuerdan el trauma sufrido.
Estallidos
dramáticos y agudos de miedo.
Pánico o
agresividad.
Hiperactividad
vegetativa con hipervigilancia.
Incremento de
la reacción de sobresalto e insomnio.
Ansiedad y
depresión.
Ideación
suicida.
El comienzo de este trastorno
sigue al trauma con un período latente cuya duración varía entre unas pocas
semanas (generalmente 2) y varios meses (no más de 6 meses) y su curso es
fluctuante, pero se puede esperar la recuperación en la mayoría de los casos.
Trastorno de adaptación
Estado de malestar subjetivo
acompañados de alteraciones emocionales que por lo general interfieren con la
actividad social y que aparecer en el periodo de adaptación a un cambio
geográfico significativo o un acontecimiento vital estresante.
Manifestaciones clínicas
Humor depresivo.
Ansiedad.
Preocupación.
Sentimiento de deterioro de cómo
se lleva una rutina diaria.
Incapacidad para enfrentar los
problemas y planificar el futuro.
Explosiones violentas.
El cuadro puede comenzar en el
mes posterior a la presentación del evento catastrófico y la duración de los
síntomas rara vez excede los 6 meses.
El diagnóstico
La forma, el contenido y la
gravedad de los síntomas.
Los antecedentes de personalidad.
El tipo de acontecimiento
estresante.
Manejo terapéutico de los tres
trastornos
Estudio de la situación y
valoración del porqué ha afectado al individuo de esa forma. Determinar las
posibilidades que el sujeto enfrente y supere su situación. Aislarlo de la
situación cuidadosamente, tratando preferentemente de cambiarlo de actividad o el
ingreso.
Psicofármacos (sedantes y
antidepresivos). Terapia de apoyo.
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